sábado, 8 de febrero de 2014

Entrevista a Trina Robbins: "Ahora hay más mujeres dibujando cómics que nunca".

Por Jessica DeCamp
Cuando Trina Robbins era adolescente, su 
madre le dijo “Ya eres mayor. Los cómics son para niños, así que es hora de que tires tu colección”. Robbins, obediente, regaló su increíble colección de tebeos a lxs niñxs de su barrio. De esta manera, Robbins abandonó las historietas hasta que, años después, le llamó la atención un cómic psicodélico a página completa del periódico neoyorquino The East Village Other. Le parecía absolutamente maravilloso y lo firmaba Panzika: una mujer. Eso la impulsó a colaborar con el periódico con sus propios cómics, cosa que le fue dejando menos tiempo para su ocupación principal, una boutique de moda en el Lower East Side.


En el año 1970, Robbins dejó la tienda y marchó rumbo a San Francisco, donde comenzó a trabajar para el periódico feminista underground It Ain't Me, Babe y a colaborar con varios periódicos y fanzines. Poco después publicó
 la primera antología de cómics de mujeres, It Ain't Me, Babe Comix. En 1972 creó Wimmen's Comix, una antología de cómics underground de mujeres que se siguió publicando hasta 1992, en el que colaboraban dibujantes de la talla de Aline Kominsky y Phoebe Gloeckner. En el primer número, Robbins escribió la primera tira cómica sobre una mujer abiertamente lesbiana, "Sandy Comes Out". Desde entonces ha trabajado también para editoriales comerciales, siempre desde una perspectiva feminista.
En los últimos años ha centrado su trabajo
 en la investigación de las mujeres dibujantes a lo largo de la historia (A Century of Women Cartoonists, The Great Women Superheroes, From Girls to Grrrlz); un homenaje a las grandes olvidadas del mundo del cómic. 
Entrevistamos para Érase Una vez... los 70
 a Trina Robbins, la dibujante de cómics más influyente de la escena underground de Estados Unidos, para que nos contase cómo era el mundo de la historieta en los años setenta para las mujeres.

¿Cómo te empezaste a interesar por los cómics?

Mi madre era profesora de segundo de primaria y me enseñó a leer a los cuatro años. Yo leía de todo, incluso cómics. Cada semana, cuando me daban la paga, iba a la tienda de caramelos de la esquina y me compraba un cómic —siempre los que tenían heroínas como protagonistas, nunca súperhéroes masculinos, eso me aburría—.


¿Cómo era la escena de cómics en la que te movías en los setenta?

La escena de cómics underground de San Francisco a comienzos de los setenta era una especie de club de hombres. Al principio 
solo había dos mujeres dibujando cómics: yo,
 y una mujer llamada Willy Mendes. Las cosas comenzaron a cambiar poco a poco en 1972 cuando un grupo de mujeres, incluida yo, formaron el Wimmen's Comix Collective. En cuanto empezó Wimmen's Comix, recibimos propuestas de mujeres de todo el país, y lentamente se fue creando una red de mujeres dibujantes de cómics. Ahora, por supuesto, hay más mujeres dibujando cómics que nunca.

¿A qué mujeres admirabas en aquella época?

En el mundo del cómic en realidad no había mujeres a las que admirar. Conocí a Marie Severin y me habían hablado de Ramona Fradon, pero los cómics que dibujaban no me interesaban. Admiraba a mujeres que estaban metidas en política o feminismo como Gloria Steinem, Angela Davis o Betty Friedan.

¿Cómo era el ambiente en el periódico underground feminista It Ain't Me, Babe, en el que trabajabas en la época?
En ese momento no era consciente de que Babe era el primer periódico para la liberación de la mujer del país —pensaba que solo era el primero de la Costa Oeste. La redacción usaba solo sus nombres de pila, los apellidos eran considerados como "nombres de esclavitud". El ambiente era bastante relajado y un poco anarquista, con mucha hierba para fumar. Trabajar con las mujeres de Babe me dio el apoyo moral que necesitaba para producir It Ain't Me, Babe Comix. Solo me he dado cuenta años después de lo importante que fue ese cómic. Es una de las cosas de las que más orgullosa me siento.


La estructura de Wimmen's Comix Collective 
era horizontal y colaborativa. 
¿Estaba ligada esta manera de trabajar a tu ideología en ese momento?

Me alegraba mucho poder trabajar con otras mujeres después de haber estado solado durante dos años. Las editoras iban rotando, para que ninguna mujer pudiera dictar las normas ella sola. Cuando nos conocimos, revisábamos todas las propuestas juntas, y sorprendentemente solíamos coincidir en cuáles debíamos aceptar.


Sueles acudir con frecuencia a convenciones y charlas de cómic. ¿Nos podrías contar algún comentario especialmente emocionante o sorprendente que hayas recibido de tus fans a lo largo de los años?

Tras una convención en Seattle, me tomé un día adicional para dar una charla como profesora invitada en la clase de cómics de unx amigx. Después de la charla se me acercó una de las estudiantes y me dijo que de pequeña había sufrido abusos sexuales y que yo la había inspirado y fortalecido. Nos abrazamos y acabamos llorando. En otra ocasión fui a Inglaterra a participar en una mesa redonda sobre cómics benéficos, por StripAIDS USA, un libro para la concienciación sobre el SIDA que había coeditado. Me atreví a cuestionar un cómic LGBT publicado por la entonces mujer de Alan Moore, porque de todxs lxs autorxs americanxs que habían participado, ni unx solx era gay. Por supuesto, en el momento en el que critiqué algo que tenía que ver con Alan Moore el público se volvió muy hostil hacia mí, pero conseguí mantenerme firme y responder a la hostilidad de manera educada. Esa tarde, en una fiesta, se me acercó un joven gay y me dio las gracias por mis palabras.


Por último, tenemos muchas ganas de leer tu último libro, Pretty in Ink, en el que das un repaso a la historia de las dibujantes de cómics estadounidenses de 1896-2013. Mientras tanto, nos encantaría que nos dijeras si hay alguna autora cuya historia te interesó especialmente.
Todas las mujeres sobre las que investigué eran fascinantes a su manera, pero entre mis favoritas están Nell Brinkley, Tarpe Mills, Lily Renee y Gladys Parker, que es un caso especial porque tenía dos profesiones: dibujante de cómics y diseñadora de moda de éxito.




*** Esta entrevista se publicó en el fanzine "Érase una vez la cultura queer: los 70" de Una Buena Barba.


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