lunes, 10 de marzo de 2014

Después del Día Internacional de la Mujer...


... seguimos trabajando. Pero antes de continuar, querríamos hacer un pequeño repaso a las últimas acciones de la Asociación de Autoras de Cómic (AAC), por si hay quien se ha perdido en la vorágine de los últimos días.

El pasado sábado 8 de marzo, en el contexto del Día Internacional de la Mujer, Barcelona y Vigo llevaron a las calles murales reivindicativos, cuyas imágenes del making of y versión final podréis encontrar en nuestro perfil de Facebook.

El periódico El País se hizo eco de los objetivos de la Asociación de Autoras de Cómic (AAC) en el artículo La cultura reclama su derecho a decidir y dedicó una galería de imágenes a la iniciativa Wombastic. La revista digital Graffica nos dedica un extenso artículo, donde también se hace hincapié en los principios de la asociación.

Y desde hace unas semanas, la versión digital del periódico Diagonal suma a su sección de humor gráfico, incisivo y activista, imágenes Wombastic. Pero, no cambien de canal, pues mucho y muy interesante todavía está por llegar.

miércoles, 12 de febrero de 2014

¡WOMBASTIC!




>> Spain's tough new abortion law advances after secret vote


Organised action against the proposed legislation has been taking place almost every other day across Spain. Petitions have been signed and and letters delivered to parliamentarians. A platform, Wombastic, has been created specifically to share pro-choice drawings.

The Guardian (12/02/2014)


>> Ilustraciones que abanderan la lucha contra la reforma del aborto 

La Asociación de Autoras de Cómic ha creado la plataforma Wombastic para compartir carteles, cómics y otras ilustraciones que combatan la reforma de la ley del aborto del ministro Alberto Ruiz-Gallardón. Sus trabajos pueden ser impresos y usados libremente en la calle en las próximas manifestaciones y movilizaciones en contra de la ley.

eldiario.es (09/02/2014)

sábado, 8 de febrero de 2014

Entrevista a Trina Robbins: "Ahora hay más mujeres dibujando cómics que nunca".

Por Jessica DeCamp
Cuando Trina Robbins era adolescente, su 
madre le dijo “Ya eres mayor. Los cómics son para niños, así que es hora de que tires tu colección”. Robbins, obediente, regaló su increíble colección de tebeos a lxs niñxs de su barrio. De esta manera, Robbins abandonó las historietas hasta que, años después, le llamó la atención un cómic psicodélico a página completa del periódico neoyorquino The East Village Other. Le parecía absolutamente maravilloso y lo firmaba Panzika: una mujer. Eso la impulsó a colaborar con el periódico con sus propios cómics, cosa que le fue dejando menos tiempo para su ocupación principal, una boutique de moda en el Lower East Side.


En el año 1970, Robbins dejó la tienda y marchó rumbo a San Francisco, donde comenzó a trabajar para el periódico feminista underground It Ain't Me, Babe y a colaborar con varios periódicos y fanzines. Poco después publicó
 la primera antología de cómics de mujeres, It Ain't Me, Babe Comix. En 1972 creó Wimmen's Comix, una antología de cómics underground de mujeres que se siguió publicando hasta 1992, en el que colaboraban dibujantes de la talla de Aline Kominsky y Phoebe Gloeckner. En el primer número, Robbins escribió la primera tira cómica sobre una mujer abiertamente lesbiana, "Sandy Comes Out". Desde entonces ha trabajado también para editoriales comerciales, siempre desde una perspectiva feminista.
En los últimos años ha centrado su trabajo
 en la investigación de las mujeres dibujantes a lo largo de la historia (A Century of Women Cartoonists, The Great Women Superheroes, From Girls to Grrrlz); un homenaje a las grandes olvidadas del mundo del cómic. 
Entrevistamos para Érase Una vez... los 70
 a Trina Robbins, la dibujante de cómics más influyente de la escena underground de Estados Unidos, para que nos contase cómo era el mundo de la historieta en los años setenta para las mujeres.

¿Cómo te empezaste a interesar por los cómics?

Mi madre era profesora de segundo de primaria y me enseñó a leer a los cuatro años. Yo leía de todo, incluso cómics. Cada semana, cuando me daban la paga, iba a la tienda de caramelos de la esquina y me compraba un cómic —siempre los que tenían heroínas como protagonistas, nunca súperhéroes masculinos, eso me aburría—.


¿Cómo era la escena de cómics en la que te movías en los setenta?

La escena de cómics underground de San Francisco a comienzos de los setenta era una especie de club de hombres. Al principio 
solo había dos mujeres dibujando cómics: yo,
 y una mujer llamada Willy Mendes. Las cosas comenzaron a cambiar poco a poco en 1972 cuando un grupo de mujeres, incluida yo, formaron el Wimmen's Comix Collective. En cuanto empezó Wimmen's Comix, recibimos propuestas de mujeres de todo el país, y lentamente se fue creando una red de mujeres dibujantes de cómics. Ahora, por supuesto, hay más mujeres dibujando cómics que nunca.

¿A qué mujeres admirabas en aquella época?

En el mundo del cómic en realidad no había mujeres a las que admirar. Conocí a Marie Severin y me habían hablado de Ramona Fradon, pero los cómics que dibujaban no me interesaban. Admiraba a mujeres que estaban metidas en política o feminismo como Gloria Steinem, Angela Davis o Betty Friedan.

¿Cómo era el ambiente en el periódico underground feminista It Ain't Me, Babe, en el que trabajabas en la época?
En ese momento no era consciente de que Babe era el primer periódico para la liberación de la mujer del país —pensaba que solo era el primero de la Costa Oeste. La redacción usaba solo sus nombres de pila, los apellidos eran considerados como "nombres de esclavitud". El ambiente era bastante relajado y un poco anarquista, con mucha hierba para fumar. Trabajar con las mujeres de Babe me dio el apoyo moral que necesitaba para producir It Ain't Me, Babe Comix. Solo me he dado cuenta años después de lo importante que fue ese cómic. Es una de las cosas de las que más orgullosa me siento.


La estructura de Wimmen's Comix Collective 
era horizontal y colaborativa. 
¿Estaba ligada esta manera de trabajar a tu ideología en ese momento?

Me alegraba mucho poder trabajar con otras mujeres después de haber estado solado durante dos años. Las editoras iban rotando, para que ninguna mujer pudiera dictar las normas ella sola. Cuando nos conocimos, revisábamos todas las propuestas juntas, y sorprendentemente solíamos coincidir en cuáles debíamos aceptar.


Sueles acudir con frecuencia a convenciones y charlas de cómic. ¿Nos podrías contar algún comentario especialmente emocionante o sorprendente que hayas recibido de tus fans a lo largo de los años?

Tras una convención en Seattle, me tomé un día adicional para dar una charla como profesora invitada en la clase de cómics de unx amigx. Después de la charla se me acercó una de las estudiantes y me dijo que de pequeña había sufrido abusos sexuales y que yo la había inspirado y fortalecido. Nos abrazamos y acabamos llorando. En otra ocasión fui a Inglaterra a participar en una mesa redonda sobre cómics benéficos, por StripAIDS USA, un libro para la concienciación sobre el SIDA que había coeditado. Me atreví a cuestionar un cómic LGBT publicado por la entonces mujer de Alan Moore, porque de todxs lxs autorxs americanxs que habían participado, ni unx solx era gay. Por supuesto, en el momento en el que critiqué algo que tenía que ver con Alan Moore el público se volvió muy hostil hacia mí, pero conseguí mantenerme firme y responder a la hostilidad de manera educada. Esa tarde, en una fiesta, se me acercó un joven gay y me dio las gracias por mis palabras.


Por último, tenemos muchas ganas de leer tu último libro, Pretty in Ink, en el que das un repaso a la historia de las dibujantes de cómics estadounidenses de 1896-2013. Mientras tanto, nos encantaría que nos dijeras si hay alguna autora cuya historia te interesó especialmente.
Todas las mujeres sobre las que investigué eran fascinantes a su manera, pero entre mis favoritas están Nell Brinkley, Tarpe Mills, Lily Renee y Gladys Parker, que es un caso especial porque tenía dos profesiones: dibujante de cómics y diseñadora de moda de éxito.




*** Esta entrevista se publicó en el fanzine "Érase una vez la cultura queer: los 70" de Una Buena Barba.


viernes, 20 de diciembre de 2013

Nuria y la revista 'Por Favor'. Por Gerardo Vilches

Nuria Vilaplana i Buixons (Barcelona, 1931), más conocida como Nuria Pompeia, es una escritora, periodista y dibujante que ha publicado en castellano y catalán, y que durante toda su carrera ha mantenido un sólido compromiso con el feminismo —del que de hecho fue vanguardia en los complicados años setenta, bisagra entre la dictadura franquista y la democracia—. Durante aquella década, Pompeia colaboró en varias publicaciones, entre ellas la revista que más decididamente enarboló los valores democráticos, Triunfo, o en una cabecera feminista histórica, Vindicación feminista. Pero este texto va a profundizar en su trabajo dentro de una de las revistas satíricas más importantes de la transición: Por Favor.




El caso de Por Favor es singular dentro del panorama de la prensa humorística de los setenta, que vivió un auténtico boom. Con la exquisita Hermano Lobo ya en sus últimos coletazos, perdiendo el pulso de su tiempo frente a sus competidoras, y mientras que El Papus, Muchas Gracias o Matarratos abrazaban sin complejos el destape y el gamberrismo como bandera, Por Favor fue una revista de humor seria, donde tenía cabida el análisis político y los artículos de opinión, con firmas que se contaban entre lo más destacado de la izquierda. Porque Por Favor era una revista de izquierdas, que ni lo ocultaba ni pretendía ser neutral ante la actualidad. 

Fundada en marzo de 1974 —coincidió el primer número con la ejecución de Puig Antich— por Forges, el Perich y Manuel Vázquez Montalbán, fue definida por este último como una revista que “se dedicó a un humor político y moral de vanguardia, satirizando la no verdad del oficialismo franquista en todas sus dimensiones, en lo individual y en lo colectivo, en lo público y en lo privado”. Por sus páginas pasaron algunos de los mejores dibujantes de su momento y muchos de las y los intelectuales que estaban dinamizando y extendiendo las bases de la oposición democrática al régimen franquista.

Nuria Pompeia estuvo vinculada a Por Favor durante casi toda su trayectoria editorial. De hecho, en 1977, cuando el semanario fue adquirido por el grupo Planeta, se convirtió en su redactora jefe. Su presencia en la revista es importante por muchos motivos. Primero, porque es una de las pocas mujeres que tuvieron espacio en la prensa satírica de los setenta. Y segundo, porque de esas pocas, fue, junto con Soledad Balaguer en la misma Por Favor, la única que trató cuestiones de género e introdujo una crítica feminista de la actualidad de manera constante.


Su sección fija en la revista tenía el título de “Las mujeres objeto-ras”, y en ese juego de palabras ya estaba encriptado su ánimo transgresor y crítico, que no se limitaba solamente a lo obvio —el régimen de Franco—, sino que se extendía a todos los niveles de la sociedad. Como dibujante, Pompeia lucía un trazo claro y elegante, de cierta influencia francesa, y tenía una habilidad especial para retratar a la gente de su época de un modo veraz. Como escritora —su sección tenía un espacio importante dedicado a los textos— era clara, concisa y mordaz, y su análisis siempre era lúcido.

Hubo tres asuntos que podemos considerar los caballos de batalla de Pompeia y, de hecho, de todo el feminismo de la transición: la despenalización del adulterio, la equiparación de derechos laborales entre hombres y mujeres y la planificación familiar. 

Recordemos que estamos aún en un momento en el que la legislación franquista enviaba a mujeres a prisión por ser adúlteras, apoyar el aborto o el uso de los anticonceptivos. Nuria Pompeia batallaba desde su tribuna en Por Favor para que la sociedad tomara conciencia de la necesidad de cambio; las mujeres debían asumir la responsabilidad sobre su propio cuerpo, para lo cual era necesario, por supuesto, que la ley dejara de tratarlas como menores de edad que pasaban de la dependencia paterna a la marital, pero también se demandaba una transformación profunda de las estructuras. En 1976, con motivo del día de la madre, escribió:

El día de la madre no tiene razón de ser en tanto en cuanto las mujeres no puedan escoger libre y conscientemente sus maternidades, hasta que la información y la liberalización de los anticonceptivos no sea una realidad. Entonces nuestros hijos podrán darnos un beso, seguir un eslogan. El regalo ya lo tendremos. 

La perspicaz visión de Pompeia no se limitaba a estas grandes cuestiones, sino que también supo buscar la discriminación y el machismo más sutiles. Criticó programas televisivos y libros, incluídos manuales escolares, atizó a políticos y se burló de concursos de belleza femenina donde la ganadora declaraba: “prefiero trabajar para un hombre, no me gusta que me mande una mujer”. Precisamente, si por algo es destacable su pensamiento, es porque su idea de feminismo pasaba necesariamente por la autocrítica de las mujeres y la necesidad de asumir una conciencia que no existía de forma generalizada.

Esto mismo puede aplicarse a un nivel político: la mayor parte del feminismo partía de una posición progresista, pero durante la transición existió un debate abierto sobre si los movimientos feministas debían integrarse o no en asociaciones de izquierda. El acta de fundación del Frente de Liberación de la Mujer, por ejemplo, afirmaba: “Somos autónomas porque las mujeres, en tanto que grupo específicamente oprimido, debemos tomar las riendas de nuestro combate, porque no se ha dado el caso en la historia de que ningún grupo oprimido se haya emancipado sin haber llevado a cabo su propia lucha”. Los textos de Pompeia insistieron en que la izquierda no podía renunciar a una visión feminista del cambio político, y señaló sin ambages las conductas de los hombres (y mujeres) de izquierda, de los que en cierta ocasión dijo que las feministas les suscitaban “risas, sonrisas paternalistas masculinas, incompresión y agresividad femenina o sarcasmos machistas”. 

Leer las viñetas y textos de Nuria Pompeia en 2013 genera no sólo emoción y admiración por un compromiso que pudo haberle traído duras consecuencias, sino también sorpresa por su avanzada mentalidad y la actualidad de muchas de sus reivindicaciones. Su humor afilado y su mirada irónica sobre su tiempo no ocultan otro de sus grandes valores: la fe en el futuro y en una juventud que esperaba que rompiera con las inercias heredadas.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Work in progress: Estamos en BETA


Antes que nada, agradecer la calurosa bienvenida a nuestra propuesta de trabajo en relación con la Asociación de Autoras de Cómic (AAC). A las promotoras nos gustaría haceros partícipes de los entresijos de su puesta en marcha, a la vez que nos gustaría alentaros a colaborar en su constitución aportando ideas, sugerencias, recursos. Por el momento, si algo tenemos claro, es la misión que tendrá la ACC, que no es otra que la lucha por la equidad en el mundo del cómic. Estamos hablando de hacer justicia, para lo que, desde la AAC, trabajaremos por la visibilidad de la labor de las mujeres dentro de la industria del cómic.

Estamos en BETA, lo que significa que quienes promovemos esta asociación recibiremos con los brazos abiertos todas las ideas que nos hagáis llegar hasta nuestra constitución -que querríamos hacer oficial después de reunirnos en asamblea la próxima primavera, con el Salón del Cómic de Barcelona como marco- y más allá. Durante este work in progress, y desde la inclusión, pues esa es una de las razones por las que nos hemos decantado por la fórmula de lenguaje nosotras, las personas, queremos que el debate esté vivo y que los objetivos se nutran a través del principio de inteligencia colectiva.

Por el momento, creemos importante que la AAC tenga entre sus objetivos recuperar el trabajo de mujeres que formaron parte del mundo del cómic en el pasado y nadie recuerda, así como hacer por incrementar el número de lectoras de cómic, fomentar la divulgación desde la perspectiva de género, y estimular la comunicación y creación de vínculos entre las autoras, dentro y fuera de nuestras fronteras.

Este es el planteamiento que estamos barajando. Sabemos que es ambicioso, pero, sobre todo, necesario, pues creemos firmemente en la idea de justicia. Y queremos que formen parte de esta aventura todas las personas.