viernes, 20 de diciembre de 2013

Nuria y la revista 'Por Favor'. Por Gerardo Vilches

Nuria Vilaplana i Buixons (Barcelona, 1931), más conocida como Nuria Pompeia, es una escritora, periodista y dibujante que ha publicado en castellano y catalán, y que durante toda su carrera ha mantenido un sólido compromiso con el feminismo —del que de hecho fue vanguardia en los complicados años setenta, bisagra entre la dictadura franquista y la democracia—. Durante aquella década, Pompeia colaboró en varias publicaciones, entre ellas la revista que más decididamente enarboló los valores democráticos, Triunfo, o en una cabecera feminista histórica, Vindicación feminista. Pero este texto va a profundizar en su trabajo dentro de una de las revistas satíricas más importantes de la transición: Por Favor.




El caso de Por Favor es singular dentro del panorama de la prensa humorística de los setenta, que vivió un auténtico boom. Con la exquisita Hermano Lobo ya en sus últimos coletazos, perdiendo el pulso de su tiempo frente a sus competidoras, y mientras que El Papus, Muchas Gracias o Matarratos abrazaban sin complejos el destape y el gamberrismo como bandera, Por Favor fue una revista de humor seria, donde tenía cabida el análisis político y los artículos de opinión, con firmas que se contaban entre lo más destacado de la izquierda. Porque Por Favor era una revista de izquierdas, que ni lo ocultaba ni pretendía ser neutral ante la actualidad. 

Fundada en marzo de 1974 —coincidió el primer número con la ejecución de Puig Antich— por Forges, el Perich y Manuel Vázquez Montalbán, fue definida por este último como una revista que “se dedicó a un humor político y moral de vanguardia, satirizando la no verdad del oficialismo franquista en todas sus dimensiones, en lo individual y en lo colectivo, en lo público y en lo privado”. Por sus páginas pasaron algunos de los mejores dibujantes de su momento y muchos de las y los intelectuales que estaban dinamizando y extendiendo las bases de la oposición democrática al régimen franquista.

Nuria Pompeia estuvo vinculada a Por Favor durante casi toda su trayectoria editorial. De hecho, en 1977, cuando el semanario fue adquirido por el grupo Planeta, se convirtió en su redactora jefe. Su presencia en la revista es importante por muchos motivos. Primero, porque es una de las pocas mujeres que tuvieron espacio en la prensa satírica de los setenta. Y segundo, porque de esas pocas, fue, junto con Soledad Balaguer en la misma Por Favor, la única que trató cuestiones de género e introdujo una crítica feminista de la actualidad de manera constante.


Su sección fija en la revista tenía el título de “Las mujeres objeto-ras”, y en ese juego de palabras ya estaba encriptado su ánimo transgresor y crítico, que no se limitaba solamente a lo obvio —el régimen de Franco—, sino que se extendía a todos los niveles de la sociedad. Como dibujante, Pompeia lucía un trazo claro y elegante, de cierta influencia francesa, y tenía una habilidad especial para retratar a la gente de su época de un modo veraz. Como escritora —su sección tenía un espacio importante dedicado a los textos— era clara, concisa y mordaz, y su análisis siempre era lúcido.

Hubo tres asuntos que podemos considerar los caballos de batalla de Pompeia y, de hecho, de todo el feminismo de la transición: la despenalización del adulterio, la equiparación de derechos laborales entre hombres y mujeres y la planificación familiar. 

Recordemos que estamos aún en un momento en el que la legislación franquista enviaba a mujeres a prisión por ser adúlteras, apoyar el aborto o el uso de los anticonceptivos. Nuria Pompeia batallaba desde su tribuna en Por Favor para que la sociedad tomara conciencia de la necesidad de cambio; las mujeres debían asumir la responsabilidad sobre su propio cuerpo, para lo cual era necesario, por supuesto, que la ley dejara de tratarlas como menores de edad que pasaban de la dependencia paterna a la marital, pero también se demandaba una transformación profunda de las estructuras. En 1976, con motivo del día de la madre, escribió:

El día de la madre no tiene razón de ser en tanto en cuanto las mujeres no puedan escoger libre y conscientemente sus maternidades, hasta que la información y la liberalización de los anticonceptivos no sea una realidad. Entonces nuestros hijos podrán darnos un beso, seguir un eslogan. El regalo ya lo tendremos. 

La perspicaz visión de Pompeia no se limitaba a estas grandes cuestiones, sino que también supo buscar la discriminación y el machismo más sutiles. Criticó programas televisivos y libros, incluídos manuales escolares, atizó a políticos y se burló de concursos de belleza femenina donde la ganadora declaraba: “prefiero trabajar para un hombre, no me gusta que me mande una mujer”. Precisamente, si por algo es destacable su pensamiento, es porque su idea de feminismo pasaba necesariamente por la autocrítica de las mujeres y la necesidad de asumir una conciencia que no existía de forma generalizada.

Esto mismo puede aplicarse a un nivel político: la mayor parte del feminismo partía de una posición progresista, pero durante la transición existió un debate abierto sobre si los movimientos feministas debían integrarse o no en asociaciones de izquierda. El acta de fundación del Frente de Liberación de la Mujer, por ejemplo, afirmaba: “Somos autónomas porque las mujeres, en tanto que grupo específicamente oprimido, debemos tomar las riendas de nuestro combate, porque no se ha dado el caso en la historia de que ningún grupo oprimido se haya emancipado sin haber llevado a cabo su propia lucha”. Los textos de Pompeia insistieron en que la izquierda no podía renunciar a una visión feminista del cambio político, y señaló sin ambages las conductas de los hombres (y mujeres) de izquierda, de los que en cierta ocasión dijo que las feministas les suscitaban “risas, sonrisas paternalistas masculinas, incompresión y agresividad femenina o sarcasmos machistas”. 

Leer las viñetas y textos de Nuria Pompeia en 2013 genera no sólo emoción y admiración por un compromiso que pudo haberle traído duras consecuencias, sino también sorpresa por su avanzada mentalidad y la actualidad de muchas de sus reivindicaciones. Su humor afilado y su mirada irónica sobre su tiempo no ocultan otro de sus grandes valores: la fe en el futuro y en una juventud que esperaba que rompiera con las inercias heredadas.

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